martes, 1 de enero de 2013

Emperadores, burócratas, magos y astrólogos


Relaciones entre el Estado y la Iglesia en la antigüedad tardía

Según el profesor Hugo Zurutuza, para entender el fin del mundo antiguo, hay que abandonar definitivamente las concepciones apocalípticas y sobretodo el concepto de colapso para adoptar las ideas de mutación o continuidad en el cambio. Por otro lado sugiere revisar la concepción de conflicto entre paganismo y cristianismo, para suplantarla por el concepto de compromiso, expresado a través de un largo proceso de acomodación o adaptación, que corre a lo largo de una línea de continuidad reflejado por los actores sociales del periodo. Intenta reemplazar la idea de encuentro-ruptura, por categorías conciliadoras que ponderan la convivencia social y la continuidad cultural

Su hipótesis sugiere que el conflicto entre paganismo y cristianismo no ocuparía en realidad un lugar destacado durante el siglo IV, porque los cristianos estaban empeñados en difíciles debates internos (escritos antiheréticos y anticarismáticos, etc.) y en la construcción de un espacio de poder en que operaban los nuevos políticos convertidos o filocristianos, junto a los funcionarios ambiciosos y epíscopos de antigua definición dogmática. El conflicto entre paganismo y cristianismo hay que entenderlo en clave conciliadora.

Durante los reinados de los gobiernos de Constantino y Constancio II, se agudizaron las tensiones políticas que se daban en el centro del espacio de poder recientemente cristianizado. Estos desarrollaron una legislación que sancionaba las prácticas cuestionadas como la astrología, considerada de inspiración esotérica y vinculada a una magia peligrosa que permitió adivinar la muerte de un emperador y la llegada de un sucesor. Esto generaba intrigas al ser un elemento de conspiración que asustaba a los emperadores. Zurutuza afirma que esta no era una legislación contra el paganismo en general, sino más bien contra la predicción.

El Imperio Romano representaba un conglomerado de cultos y divinidades, un universo de costumbres ancestrales, nuevas actitudes mentales y políticas sociales que convivían en diferencia. Se daban encuentros entre distintas corrientes filosóficas y místico-religiosas (estoicismo, neoplatonismo, la gnosis pagana y cristiana, los monoteísmos solares y el hermetismo). En este panorama sociocultural dialogaban actores de diverso estatus, tanto paganos como cristianos.

Los arúspices (adivinos, magos) durante los últimos años de la República eran colaboradores del Senado etrusco y, poco a poco, los gobernantes se vieron en la necesidad de controlarlos cada vez debido al peligro que podían traer sus prácticas adivinatorias. Sin embargo, sus presagios eran convenientes en la medida que sirvieran para legitimar la posición del emperador Constantino que autorizaba a aquellos que quisieran practicar la superstición pero sólo públicamente, sancionando a los que lo hicieran en forma privada. Más tarde, en los gobiernos de sus hijos, estas prácticas entraran en la clandestinidad, aplicándose duras penas a quienes las practicaran. 

Debido a que el peligro principal que traían estas prácticas adivinatorias para el emperador era que los altos dignatarios conocieran el estado de su salud, afirmamos que la represión de dichas prácticas se debe a razones de Estado (el emperador temía fisuras en la fundamentación de su poder) y no a motivos religiosos.
Por otro lado, había una supervivencia de los ritos paganos (convivían fiestas paganas y cristianas, compartían la astrología como práctica común, acudían ambos al circo y al teatro, etc.). Los diversos actores sociales, tanto paganos como cristianos, a través de estrategias y tácticas de acomodación tendían a lograr una convivencia pacifica. Era un espacio donde convivían las elites romanas paganas, el emperador con su burocracia y el culto imperial y la Iglesia cristiana con su progresiva organización jerárquica. 


Fuente: ZURUTUZA, Hugo, "Emperadores, burócratas, magos y astrólogos", P.175-233


No hay comentarios:

Publicar un comentario