miércoles, 5 de junio de 2013

Balduino IV de Jerusalén, un símbolo de las Cruzadas

"ese joven leproso hizo respetar su autoridad al modo de los grandes príncipes como David o Salomón"

 Imad de Isapahán

A comienzos del segundo milenio, Europa Occidental se había embarcado en la aventura de la "Tierra Santa" y en un sueño de peregrinación para recuperar el Santo Sepulcro. ¿Acaso las Cruzadas no fueron una excusa perfecta para la apertura de rutas a Oriente?  Aquella ansiada tierra era para el Cristianismo, una mezcla de utopía y esperanza y para el mundo musulmán, un legado ancestral. Roma necesitaba acaparar ese territorio para mantener viva la tradición del viejo Imperio occidental. 

Hacia el año 1095 el papa Urbano II decidió embarcarse en la gran cruzada contra los que el mundo cristiano consideraba "infieles" y que implicaría el perdón de los pecados de quienes fueran protagonistas de semejante empresa. En 1099, uno de los principales generales de la primera cruzada, Godofredo de Buillón, logró la victoria en Jerusalén y fue coronado rey y defensor del Santo Sepulcro. Este suceso implicó que muchos funcionarios y cruzados se establecieran en los territorios conquistados determinando estados multiétnicos. Allí convivían tanto cristianos como judíos y musulmanes.

Jerusalén fue el escenario de la convivencia de estas religiones, de peregrinaciones pero también de masacres y persecuciones. Se cree que a los judíos no se les permitía el tránsito por la ciudad libremente, aunque sí podían ejercer el comercio y realizar sus rezos en el Muro de los Lamentos. Por su parte, a los musulmanes se les permitió el peregrinaje hacia la Meca.

En tiempos de Balduino

En este contexto histórico heredó Balduino IV el trono de Jerusalén en el año 1174 con trece años de edad y con una enfermedad que lo marcaría por el resto de su existencia: la lepra.
Cuenta la anécdota de que cuando Balduino era un niño, jugaba junto a otros que lo golpeaban y lo arañaban y éste no sentía ningún efecto. Alarmado Guillermo de Tiro, su educador, comprobó que casi no tenía sensibilidad en el brazo. Allí descubrió la señal de la lepra, sin embargo nunca se supo de donde la habría contraído. 

La lepra es una enfermedad infecciosa derivada del bacilo de Hansen, que genera que el enfermo pierda sensibilidad en sus terminaciones nerviosas, lo que hace que no reaccione ni a quemaduras ni a cortes, que se desgasten los huesos, los párpados provocando la ceguera y posteriormente en aquel entonces, la muerte. La lepra era, en la Edad Media, una enfermedad diabólica. Sin embargo, esto no fue un impedimento para el desarrollo de su reinado.

Durante la minoría de edad, Balduino fue regenteado primero por Miles de Plancy y luego por Raimundo III de Trípoli. Nunca se imaginaron estos gobernantes, que el leproso reinara por años y que además diera un heredero al trono y por ende, los nobles hicieron sus jugadas políticas para encontrar un sucesor a través de su hermana, la princesa Sibila y su hermanastra Isabel. Así Raimundo de Trípoli casó a Sibila con Guillermo de Monferrato en 1176 pero éste murió al año siguiente, dejando a Sibila embarazada del futuro Balduino V de Jerusalén.

Mas allá de la lepra

Balduino IV  por Edward Norton en la película "Kingdom of Heaven"
Aunque muchos seguían especulando con la debilidad de Balduino, éste fue protagonista de un reinado clave en el sitio de Jerusalén. Su mayor rival, su némesis, fue Saladino, referente del Islam, sultán de Egipto, Siria y amo de Palestina, Mesopotamia, Yemen, Hiyaz y Libia. "Saladín" como muchos lo llamaban, fue unificador de la política y la religión en el Oriente Próximo combatiendo fervientemente al cristianismo. Sin embargo, este hombre, que parecía invencible fue abatido por Balduino en varias ocasiones. Para mantener su hegemonía, Balduino hizo un giro político casando a su hermana con Guy de Lusignan, conde de Jaffa y Ascalón para que continuase su regencia en caso de terminar incapacitado.

Hacia 1182, Saladino decidió atacar los territorios cruzados, en especial Jerusalén. Allí Balduino logró frenar la invasión obligando a las tropas del gran sultán a retroceder hacia el río Jordán. Debilitado por la lepra, cabalgó cientos de kilómetros para negociar la rendición de Saladino. Al año siguiente, casi sin poder moverse y con tan solo 22 años, nombró regente a Guy de Lusignan. Un gran error puesto que éste demostró no estar a la altura de las circunstancias. Finalmente fue depuesto.

En 1184, moribundo en su lecho, Balduino IV nombró a su pequeño sobrino, quien llevaba su mismo nombre, a heredar el trono de Jerusalen regenteado por Raimundo de Trípoli hasta la mayoría de edad. En 1185, a los 24 años de edad, el gran monarca moría consumido por la lepra que hasta le había deformado la cara y el cuerpo. Su entierro fue en el monte Calvario.

Sin embargo su sobrino, Balduino V murió al poco tiempo de una extraña enfermedad. Algunos historiadores sostienen que fue envenenado por Raimundo de Trípoli. Por su parte, Guy de Lusignan decidió apoderarse del reino provocando un caos interno perfecto para que Saladino conquistara por fin Jerusalén en 1187, en la batalla de Hattín.

Balduino IV, el rey leproso, un hombre en la contínua búsqueda del sentido mas allá de su tormentosa y "diabólica" enfermedad ocultada tras una máscara, ha llenado de inspiración y respeto a quienes realmente conocen su historia. Hasta sus propios enemigos árabes se inclinaban ante su estoica y dolorosa figura. Un verdadero símbolo de las Cruzadas. 

Que la Historia no te olvide.
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