jueves, 20 de noviembre de 2014

Como en el medioevo, supuesta bruja fue quemada viva en Paraguay

Miembros de la etnia Mbya Guaraní hirieron ataron a un palo e hirieron con flechas de madera a Adolfina Ocampos, una indígena de 45 años.

Luego de esa brutal agresión, Ocampos, que seguía con vida, fue introducida en una fosa en la que los miembros de esa comunidad tenían una fogata de leña.

Los hechos ocurrieron luego de que la semana pasada el cacique de la comunidad indígena Tahehyí, ubicada al norte de la capital paraguaya, condenara a Ocampos a morir, acusada de practicar brujería.
Luego del homicidio, 9 hombres de esa comunidad fueron detenidos y acusados por la fiscal Fany Aguilera de homicidio doloso y privación ilegítima de la libertad, cargos que los acusados aceptaron.


El antropólogo italiano y sacerdote católico José Zanardini dijo que "la trágica muerte de la mujer es un hecho aislado y anormal en la convivencia interna de las 20 etnias que existen en Paraguay".
Zanardini agregó que lleva "cuarenta años trabajando en Paraguay”, pero indicó que no recuerda “un episodio similar de ajusticiamiento por presunta brujería”. Luego añadió: “En general, los indígenas son muy pacíficos y tolerantes".

Por su parte, la agencia estatal de protección de los pueblos originarios emitió un comunicado, en el que aclaran que, aunque los indígenas se rigen "por el derecho consuetudinario, sus actos no pueden violar las garantías constitucionales de respetar la vida y la libertad de las personas".

Fuente: Pulzo.com

martes, 13 de mayo de 2014

Demostrado: Jesús tuvo mujer e hijos, según manuscrito de la Edad Media

El presunto extracto de un evangelio apócrifo en el que Jesús hablaba de su esposa ha sido examinado por todos científicos, que han concluido que tanto el papiro como la tinta concuerdan con la época atribuida al documento, entre los siglos VI y IX.
El papiro podría demostrar que Jesús tuvo familia, mujer e hijos. Algo que la Iglesia ha negado siempre, aunque algunos piensan lo contrario.
Se trata de un hallazgo notable, que sin duda alguna viene a contribuir a alimentar la siempre discutida historia sobre Jesús.
Por supuesto, como era de esperar debido a su relevancia, han sido muchas las reacciones que se han producido en torno a la confirmación de su autenticidad.
Tras las rigurosas pruebas de Carbono-14 e incluso infrarrojos es bastante probable que el evangelio sea auténtico.


El papiro señala que Jesús de Nazaret estuvo casado. El documento fue descubierto hace dos años pero el Vaticano tomó cartas en el asunto y no dudó en decir que era falso.
Para apaciguar a la Iglesia, numerosos investigadores de EE.UU. llegaron a la sencilla conclusión de que el documento en sí no es una falsificación.
Y es que después de todas las investigaciones realizadas, lo que hay de cierto es que papiro tiene mucho más de mil años de antigüedad.
Poco después tras un riguroso estudio espectroscópico de su tinta, la Harvard Divinity School explicó en detalle que el documento fue escrito sin lugar a dudas entre los siglos VI y IX.
Pero eso no es todo. Los investigadores explicaron que el texto no tiene que ser cierto por dos sencillos motivos.
El primero de estos motivos es que el documento fue escrito bastantes años después de la muerte de Jesús de Nazaret.
Otro punto que avala esta teoría de la no veracidad del escrito en el papiro es que tiene un aspecto realmente tosco y aparecen numerosos errores gramaticales.
La Iglesia permanece más tranquila ante estas explicaciones en detalle que parecen confirmar lo que siempre han sostenido: que el escrito sobre la esposa de Jesús era falso.
Que duda cabe de que este hallazgo ha puesto de manifiesto diversas cuestiones acerca de la figura de Jesús que pueden resultar algo controvertidas.
Estaremos atentos a todas las novedades que vayan surgiendo en torno a este evangelio de la esposa de Jesús que tantos ríos de tinta ha hecho correr.
Hay quien piensa que en esa época un judío de 33 años no podía ser soltero y a la vez alguien respetable. Nadie le habría escuchado de ser soltero.
FUENTE: Ideal.es

lunes, 14 de abril de 2014

In memoriam: Jacques Le Goff, la luz sobre la Edad Media


El historiador Jacques Le Goff dedicó su carrera a luchar contra los estereotipos que predominan sobre su época de predilección, la Edad Media, la cual describía como un periodo “luminoso” y “lleno de risas”. Apodado “el ogro historiador” y el “papa de la Edad Media”, dirigió la prestigiosa revista Annales y fue uno de los grandes representantes de la Nueva Historia. El historiador falleció el 1 de abril en París a los 90 años.
El presidente François Hollande homenajeó la memoria de un “gran historiador”, quien “sabía leer en la historia estos movimientos largos que dan forma a las conciencias y los imaginarios”, según destacó en un comunicado. “Era también un intelectual comprometido con los combates de su tiempo, firme partidario de una educación republicana, defensor convencido de la Europa y combatiente de la justicia social”, añadió.
Le Goff, europeísta convencido y políglota, se dedicó a “revelar en nuestro mundo contemporáneo la herencia a menudo escondida de periodos anteriores, dejando al descubierto las profundas raíces de la construcción europea”, destacó por su parte la ministra de Cultura, Aurélie Filippetti.
Nacido el 1 de enero de 1924 en Toulon, en el sur de Francia, Jacques Le Goff se apasionó por la historia con apenas 12 años con la lectura de Ivanhoe, de Walter Scott, y de la Historia de Francia de Michelet. Con ellos descubrió la complejidad de la época medieval. Convocado por el Servicio de Trabajo Obligatorio para participar al esfuerzo de guerra alemán durante la ocupación de Francia durante la II Guerra Mundial, huyó a los Alpes para unirse a la resistencia, donde se ocupaba de recoger las armas y medicamentos lanzados en paracaídas por los ingleses.
Pasada la contienda, se inscribió primero en la Sorbona. Pero, decepcionado, se cambió por la Escuela Normal Superior, donde coincidió con Alain Touraine. En 1947 se desplazó a Checoslovaquia para un viaje de estudios. Vivió allí el golpe de Praga en 1948, el cual le alejó de los comunistas, aunque siguió siendo un hombre de izquierdas. Con la cátedra lograda en 1950, varió los destinos académicos y publicó sus primeros libros: Mercaderes y banqueros en la Edad Media (1956) y, sobre todo, Los intelectuales en la Edad Media (1957), sobre los vínculos entre el fenómeno urbano y el mundo del conocimiento.
Este le impuso como uno de los herederos de la escuela de la revista de historia Annales, que revolucionó la disciplina en los años treinta abogando por un enfoque pluridisciplinar y privilegiando el largo plazo sobre el estudio del evento. “Una idea fundamental de esta escuela es que la historia se hace en un viaje de ida y vuelta constante del presente hacia el pasado y del pasado hacia el presente”, explicaba. Se oponía así a la idea de que el Renacimiento puso fin a un oscurantismo de la Edad Media.
El libro le abrió así las puertas de la Escuela Práctica de Altos Estudios de Fernand Braudel en 1959, la cual acabó presidiendo en 1972 y que convirtió en 1975 en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS) actual.
A partir de 1963, empezó también a dirigir a su vez la prestigiosa revista de los Annales y popularizó la teoría la de Nueva Historia, que privilegia la historia de las mentalidades, y que hizo célebre con su libro coescrito con Pierre Nora Faire de l’Histoire (1973). “¿Cómo quiere entender una época y una civilización sin incluir la literatura, el arte y el derecho? Es imposible”, explicaba Le Goff en una entrevista de 2005.
En total, publicó una cuarentena de libros, entre los cuales La civilización del occidente medieval (1964), Por otra Edad Media (1978), El nacimiento del purgatorio (1981) —una de sus obras cumbre—, el best seller de la biografía de St Louis (1996) o La Edad Media y el dinero (2010). En paralelo, presentaba el programa Los lunes de la historia en la radio France Culture. En su último libro, Faut-il vraiment découper l’histoire en tranches? (2014, Ed. Seuil), abogaba por combinar “continuidad y discontinuidad” y trabajaba ya en su próximo estudio.
Fuente: Diario El País

domingo, 16 de marzo de 2014

Sección mezclada: La tercera fase del capitalismo


El lento declive del feudalismo hasta el arranque del capitalismo, que en su primera fase llamamos comercial, dura tres siglos. La figura dominante es el comerciante, un término que debe entenderse en un sentido muy amplio. Incluye tanto al gran mercader que hacía negocios en países lejanos, como al que circunscribía su actividad a una localidad, tanto al usurero de la aldea, como al banquero que presta a monarcas, cada vez más endeudados por el costo creciente de los ejércitos, o bien ejerce de agente de seguros con los que, navegando a países lejanos para hacer grandes negocios arriesgan mucho. En la categoría de comerciantes hay que incluir también a los artesanos, organizados en gremios, y a los profesionales, médicos y juristas, que logran formar parte del patriciado de las ciudades. Todos ellos contribuyen al proceso de acumulación primitiva que en tres siglos —XVI al XVIII— logra el capitalismo comercial.

Desde comienzos del siglo XIX al capitalismo comercial sigue el industrial, fase en la que los dueños de las fábricas se hacen con el poder. Al término del pasado milenio se inaugura una nueva etapa, la del capitalismo financiero: las grandes corporaciones financieras controlan gran parte de la economía productiva, siendo el nuevo grupo dominante el que administra los ahorros de millones de inversores.

En cada una de estas tres etapas de capitalismo comercial, industrial y financiero, no desaparecen las formaciones anteriores, sino que conviven, supeditadas a la dominante en cada etapa. En el industrial el comercio continúa diversificándose, y en el financiero no desaparecen comercio, ni industria, aunque sometidos al nuevo poder financiero.
El rasgo, tal vez el fundamental de estos tres tipos de capitalismo, es la capacidad de cada uno de crear empleo. El capitalismo comercial deja fuera de su órbita a la mayor parte de la población que sigue en una sociedad rural-estamental en la que prevalecen todavía relaciones precapitalistas.
El poder ha pasado de la industria a los grandes consorcios financieros de inversión que a veces superan a los Estados más potentes.
El capitalismo industrial, en cambio, se caracterizó por una demanda creciente de mano de obra, ocupando a cada vez mayor cantidad de asalariados. En los comienzos de la industrialización hubo que utilizar todos los recursos, algunos bastante brutales, para reclutar mano de obra. Todavía a comienzos del siglo XIX, una población nómada, sin propiedades ni trabajo fijo, que vivía de lo que caía en sus manos, prefería la libertad en la mayor inseguridad, a dejarse encerrar en la fábrica con salarios de hambre.
En el capitalismo industrial cada empresa trata de superar a la competencia con la solidez de su actuación, que incluía reinvertir buena parte de las ganancias en mejorar una tecnología propia, continuamente renovada, y conservar una mano de obra especializada que había que satisfacer sus demandas para que no buscase trabajo en la competencia.
La oferta de empleo en el capitalismo industrial fue en aumento hasta que a finales del siglo XX, con el aumento todavía más veloz de la productividad, se invirtió esta tendencia. Un país altamente competitivo, gracias a una productividad que crece a gran velocidad, necesita de cada vez menos empleo.
En tres décadas el neoliberalismo triunfante ha desembocado en una crisis de enormes dimensiones, que lleva en su entraña la consolidación de un nuevo tipo de capitalismo, el financiero, marcando el comienzo de una nueva época.
Saldremos de la crisis, habiendo afianzado un nuevo orden socioeconómico, en el que el poder ha pasado de la industria a los grandes consorcios financieros de inversión. Su negocio consiste en reclutar capital privado y reinvertirlo en los distintos sectores económicos —inmuebles, fábricas, hospitales, seguros, cadenas comerciales— con el único objetivo de obtener los máximos beneficios. Leo en EL PAIS que “a finales de 2013, el patrimonio bajo gestión de los fondos de inversión en todo el mundo se situó en 22,1 billones de euros y el de los fondos de pensiones, en 18,1 billones. Entre ambos manejan un patrimonio equivalente al 75’5 % del PIB mundial”.
Esta ingente suma está en manos de cada vez un menor número de gestores, estadounidenses casi la mitad de ellos. El mayor sin duda es BlackRock, instalado en Wall Street. Se acerca a los tres billones de euros la cantidad invertida, creando a su vez una red de entidades financieras ligadas, o simplemente dependientes, cuyo conjunto supera con creces el poder de los Estados, incluso el de los más potentes. Fuertemente endeudados, lejos de poder controlarlos, los Estados están cada vez más sometidos a lo que dicten los grandes consorcios financieros.
La privatización de los servicios sociales será la mejor fuente de enriquecimientos de los nuevos conglomerados.
En esta nueva etapa del capitalismo financiero tendremos que habérnoslas con un mercado de trabajo muy distinto, caracterizado por una enorme diversificación, sin que, ni aun así, sea capaz de absorber una buena parte de la mano de obra no cualificada, incluso con dificultades para emplear la altamente cualificada en ramas que pierdan actualidad, o en actividades en las ciencias y las artes que el Estado, o la iniciativa privada, dejen de subvencionar.
Con el capitalismo financiero el empleo fijo que prevalecía en la industria se ha hecho cada vez más raro. En 2008 en Alemania había caído al 60% con un descenso aún mayor en el sector de servicios. Con la disminución de los convenios colectivos y el aumento de empleos temporales y de media jornada —precarización del empleo— así como otras formas de contratación, como el préstamo de mano de obra, tanto en los países menos competitivos, como en amplios sectores sociales de los países pilotos, se constata un descenso de los salarios reales y un deterioro constante del Estado social, cuyos servicios se han convertido en fuente ambicionada de ganancia para los grandes consorcios financieros. La privatización de los servicios sociales se revela la nueva, y probablemente la mejor fuente de enriquecimiento de los consorcios financieros.
El capitalismo financiero se caracteriza por ofrecer cada vez menos empleo, al menos, para la mano de obra no cualificada. Supone un descenso fulminante del nivel de vida, que incluso coloca a muchos al límite de la sobrevivencia. Que los más pobres lo pasen mal no es noticia que sorprenda, ha ocurrido siempre; lo verdaderamente relevante es que ahora la crisis afecta a las clases medias en una medida muy superior a como lo hiciera en crisis anteriores. La cuestión crucial es saber cómo va a reaccionar la ciudadanía ante un desempleo masivo de larga duración.
Como tampoco cabe abandonar a su suerte a la población creciente sin empleo por la destabilización social que provocaría, además de que se necesitan como consumidores para que el sistema funcione, el tema central de esta nueva etapa del capitalismo será cómo mantener una población no empleable, que ya no se necesita ni siquiera como “ejército de reserva”, cuyo destino constituye sin duda el problema clave de los próximos decenios.
Dos cuestiones exigen una respuesta: ¿cómo sobrevivirá la población que no pueda integrarse en el capitalismo financiero? Es decir ¿qué formas de sobrevivencia quedan fuera del sistema? tema que nos ha de obligar a describir algunos rasgos del nuevo tipo de sociedad que está surgiendo.
Y una política: ¿cómo esta nueva estructuración social va influir en la institucionalización del poder y en las formas de su ejercicio? O sea, ¿qué posiblidades le quedan a la democracia para sobrevivir en el nuevo contexto del capitalismo financiero?

Ignacio Sotelo/elpaís.com

domingo, 23 de febrero de 2014

El hombre sin Dios no tiene futuro

Con una mirada retrospectiva a la segunda mitad del pasado milenio y dispensándonos de las oportunas precisiones que un estudio histórico serio requeriría, pero que no es el que pretendemos con estas reflexiones, podemos observar que desde finales del siglo XV, recién salidos de la Edad Media, se empieza a incubar una verdadera revolución ideológica, en clara ruptura con los principios mentales del Medievo, con la bandera de la Modernidad enarbolada siempre como expresión de la conquista del hombre, aunque en cada momento adoptara diversos matices: la autonomía de la razón, la libertad como supremo valor, la lucha de clases como motor de la historia o la llegada del superhombre como ideal del ser humano.
Desde mi punto de vista, y sin detenernos en muchos detalles, todo esto tiene un comienzo y unas consecuencias: el comienzo lo formuló Lutero con su conocido «libre examen» y las consecuencias las tenemos recientes con el que posiblemente ha sido el siglo más sangriento de la historia: el pasado siglo XX.
La doctrina luterana del «libre examen», abrevada en las fuentes de la filosofía de Guillermo de Ockam y llevada al terreno político por las teorías de Maquiavelo, introduce el subjetivismo como criterio de lo que es verdadero y bueno. Esta nueva cultura quedará consagrada como pensamiento intelectual con la Ilustración del siglo XVIII y como práctica política con la Revolución francesa.
Respecto a las consecuencias son conocidas por todos: ¿Quién no ha oído hablar de los campos de trabajo de la época comunista y de los campos de concentración nazis? Con una particularidad, que no todos quieren reconocer: lo que empezó, a finales del S. XV, con cantos entusiastas al poder de la razón y la libertad ha terminado, en el S. XX, negando la capacidad de la primera para conocer la verdad y la represión de la segunda como elemento peligroso para los que en cada momento ostentan el poder.
Junto a tanto desastre solo una voz ha intentado dejarse oír, no obstante las limitaciones de las personas e instituciones: la voz del pensamiento cristiano, representado y promovido principalmente por la Iglesia católica. Una Iglesia que ha sido zarandeada, marginada, acusada de oscurantista, perseguida, condenada por los defensores de la razón y de la libertad, pero que se negaban a reconocérselas a quienes se decían y pensaban como cristianos.
No es mi intención hacer, con estas reflexiones, una película de buenos y malos: ¡Todos hemos cometido y cometemos errores! Pero hay dos diferencias que me parecen importantes: los cristianos sabemos que uno de los principios fundamentales de nuestra fe es pedir perdón y perdonar y, además, conocemos que el primero que abordó esa cuestión fue Jesús cuando nos dejó muy claro el criterio de la distinción entre «lo que es del César» y «lo que es de Dios», que no es antagonismo ni reduccionismo, sino complementariedad integral. Lo uno no es enemigo de lo otro, sino compañeros de viaje. ¡Qué incierto es el futuro de quien prefiere caminar solo!
FRANCISCO RUBIO MIRALLES | PÁRROCO DE ZARANDONA
Fuente: La Verdad de España

sábado, 1 de febrero de 2014

Return of the Black Death: Ancient bug plagues us once again

Scientists this week warned a strain of plague that killed more than 100million people could rise from the dead and strike again.
Their chilling vision sounds like something from a fanciful Hollywood script but for the people of Madagascar, it is a grim reality.
About 40 people on the island, just off the coast of south-east Africa, have died of the plague. Characterised by painful swellings, or buboes, in the lymph nodes, bubonic plague – or the Black Death – killed an estimated 25million people in Europe during the Middle Ages.
It is most commonly transmitted by flea bites and can be treated with antibiotics, if the strain is not drug-resistant. In its pneumonic form, plague is even more lethal. It can kill within 24 hours and is transmitted from person to person through infected droplets spread by coughing.
The recent outbreak was one of the worst globally in the past few years, with the Red Cross warning Madagascar was at risk of an epidemic.
The country has problems with overcrowding and unhygienic conditions and there has been a programme in prisons to exterminate rats, fleas and cockroaches.
But should we be taken aback by the news?

‘Not really,’ said Sandy Cairncross, a professor of environmental health at the London School of Hygiene and Tropical Medicine.
‘Many of the things that were life-threatening to people in Britain in the Middle Ages or even up until the 18th or 19th centuries are still fairly common in developing countries.
‘I guess some people are surprised when they find that developing countries are as backward as they turn out to be in terms of public health.’
His colleague, Brendan Wren, professor of microbial pathogenesis, said: ‘Plague is a “down but not out” disease. So you do get 2,000 to 3,000 cases a year worldwide.
‘What might be surprising is it’s endemic in parts of the US as well, particularly the forest areas in some of the national parks, thanks to ground squirrels and small furry animals that are indigenous to western parts of the country. Trappers occasionally get plague and they do die of it. Cats can carry it as well.’ Prof Wren added ‘you’ll probably never ever get rid of it in the US’.
He said: ‘To eliminate it completely, you’d need to get rid of it in all humans and wildlife, and that’s virtually impossible. The best we can say is we have the organism under control.’
The disease spreading today is caused by the Yersinia pestis bacterium and is identical to the one during the Middle Ages.
Prof Cairncross said the disease can lie dormant for long periods because it has ‘animal reservoirs’, allowing the bug to survive in various creatures before passing back to humans again.
He had a brush with plague himself while helping to build a district water supply in Lesotho, southern Africa – spotting a flea on one of the workers before discovering a dead mouse while excavating near the pipeline.
Prof Cairncross knows the value of antibiotics after his uncle died in the 1940s of leptospirosis, or Weil’s disease, after fishing in a Yorkshire river and scratching his leg in the water.
The drugs that could have saved his life were only just coming into use.
But Prof Wren says plague is highly unlikely ever to return to Britain.
‘Unless there’s a release for nefarious purposes,’ he said. ‘It is on the bio-terrorist threat agents list and that’s the only way it could come back to the UK.
But other ‘ancient’ diseases are cropping up here again.
More than 8,750 tuberculosis cases were reported last year – 3,426 of them in London, the TB capital of western Europe.
There has not been a case of cholera in England since 1893.
However, Haiti, the scene of a catastrophic earthquake four years ago, suffered an epidemic thought to have been started accidentally by UN soldiers sent to help.
Leprosy also still stalks the planet.
Mia Hadrill became determined to correct people’s mistaken beliefs after a trip to southern India, where she volunteered at a specialist hospital, followed by time spent as an intern at The Leprosy Mission Scotland.
The Londoner has now written Bela, a picture book for children to educate them about the condition.
‘I’ve heard every leprosy joke going. But in India, I learnt first-hand how misconceptions have a devastating effect on people living with it in the 21st century,’ she said.
‘Whether it is believed to be caused by divine punishment, witchcraft, or being licked by a two-headed snake, false belief can cause self-loathing, ostracism, abandonment and isolation for the many people who live with this disease around the world.’
Fuente: Metro.co.uk

Localizan un hito de los límites de la Compostela medieval

Está en Villestro e incluye un piedra con inscripciones y un monolito


Compostela fue creciendo en círculos en torno a la leyenda de una tumba. Así fue configurando los llamados Xiros, o circunferencias concéntricas que tienen el eje principal en la catedral y que se fueron configurando a lo largo de los siglos IX, X y XI. El colectivo A Rula, un grupo de entusiastas aficionados a la arqueología que centra su actividad en la búsqueda y análisis de petroglifos, acaba de localizar un conjunto de extraordinario interés cuya misión sería indicar uno de los siete caminos que salían de Santiago, justo en el límite de uno de los puntos del Xiro da Cidade otorgado por Alfonso II en el año 834.

La Pedra da Legua está a poco más de cuatro kilómetros del Obradoiro, cerca de Roxos, en la parroquia de Villestro, en las proximidades del trazado actual del Camiño de Fisterra. Está formada por una piedra con inscripciones de diversas épocas, aunque una cruz patada de tipo visigótico era como las utilizadas por los monarcas asturleoneses, por lo menos desde Alfonso VII hasta Alfonso X, según sostienen los miembros de A Rula. Hay que añadir también un cruceiro de una sola pieza y con inscripciones, de 1760, que ni siquiera está catalogado en el plan general de Santiago, y un monolito situado a unos cien metros en una finca particular.
El grupo descubridor considera «incomprensible a súa situación actual e o esquecemento total deste conxunto tan singular». Y más tratándose de lo que se puede considerar «unha das poucas testemuñas directas da formación e consolidación do señorío eclesiástico de Compostela e da propia cidade».
La Pedra da Legua está justo a unas tres millas romanas de la catedral, la distancia que una persona podría recorrer en una hora. Había referencia a ella en algunas publicaciones, como la de Manuel Vilar en relación al Camiño de Fisterra, pero se desconocía su localización exacta y estado actual. Los miembros del colectivo A Rula se encontraron en una visita al lugar con la laja con grabados debajo de la conocida como Cruz da Legua, y cerca de ella el monolito de grandes dimensiones.
Empezaron entonces las comprobaciones consultando documentación diversa en torno a los Xiros da cidade de Santiago, los archivos de la catedral y los estudios de Fernando López Alsina y Álvaro Rodríguez Resino. Tras el descubrimiento de la tumba apostólica (813) y la construcción de la iglesia bajo el patronato de Alfonso II, en la Villa Sancti Iacobi, se le agregó un primer espacio de 60 kilómetros cuadrados en el 834.
De este tiempo podrían ser algunos los escritos de la Pedra da Legua, que está bajo la maleza, en el posible paso de uno de los siete caminos de Compostela, en concreto del que se dirigía a Fisterra y Noia. En A Rula creen que el conjunto forma uno de los siete milladoiros de Santiago, que fueron sustituidos por pequeñas capillas. El de Villestro viene a alimentar el misterio, en este caso bajo los tojos.
Fuente: La voz de Galicia