Relaciones entre el Estado y la Iglesia en la antigüedad tardía
Según el profesor Hugo Zurutuza, para entender el fin del mundo antiguo, hay que abandonar definitivamente
las concepciones apocalípticas y sobretodo el concepto de colapso para adoptar
las ideas de mutación o continuidad en el cambio. Por otro lado sugiere revisar la concepción de conflicto entre paganismo y cristianismo, para
suplantarla por el concepto de compromiso, expresado a través de un largo
proceso de acomodación o adaptación, que corre a lo largo de una
línea de continuidad reflejado por los actores sociales del periodo. Intenta reemplazar la idea de encuentro-ruptura, por categorías conciliadoras que
ponderan la convivencia social y la continuidad cultural.
Su hipótesis
sugiere que el conflicto entre paganismo
y cristianismo no ocuparía en realidad un lugar destacado durante el siglo IV,
porque los cristianos estaban empeñados en difíciles debates internos (escritos
antiheréticos y anticarismáticos, etc.) y en la construcción de un espacio de
poder en que operaban los nuevos políticos convertidos o filocristianos, junto
a los funcionarios ambiciosos y epíscopos de antigua definición dogmática.
El conflicto entre paganismo y cristianismo hay que entenderlo en clave
conciliadora.
Durante los
reinados de los gobiernos de Constantino y Constancio II, se
agudizaron las tensiones políticas que se daban en el centro del espacio de
poder recientemente cristianizado. Estos desarrollaron una legislación que
sancionaba las prácticas cuestionadas como la astrología, considerada de
inspiración esotérica y vinculada a una magia peligrosa que permitió adivinar
la muerte de un emperador y la llegada de un sucesor. Esto generaba intrigas al
ser un elemento de conspiración que asustaba a los emperadores. Zurutuza afirma
que esta no era una legislación contra el paganismo en general, sino más bien
contra la predicción.
El Imperio Romano representaba un conglomerado de cultos y divinidades, un
universo de costumbres ancestrales, nuevas actitudes mentales y políticas
sociales que convivían en diferencia. Se daban encuentros entre distintas
corrientes filosóficas y místico-religiosas (estoicismo, neoplatonismo, la
gnosis pagana y cristiana, los monoteísmos solares y el hermetismo). En este
panorama sociocultural dialogaban actores de diverso estatus, tanto paganos
como cristianos.
Los arúspices
(adivinos, magos) durante los últimos años de la República eran colaboradores
del Senado etrusco y, poco a poco, los gobernantes se vieron en la necesidad de
controlarlos cada vez debido al peligro que podían traer sus prácticas
adivinatorias. Sin embargo, sus presagios eran convenientes en la medida que
sirvieran para legitimar la posición del emperador Constantino que autorizaba a
aquellos que quisieran practicar la superstición pero sólo públicamente,
sancionando a los que lo hicieran en forma privada. Más tarde, en los gobiernos
de sus hijos, estas prácticas entraran en la clandestinidad, aplicándose duras
penas a quienes las practicaran.
Debido a que el peligro principal que
traían estas prácticas adivinatorias para el emperador era que los altos
dignatarios conocieran el estado de su salud, afirmamos que la represión de dichas
prácticas se debe a razones de Estado (el emperador temía fisuras en la
fundamentación de su poder) y no a motivos religiosos.
Por otro lado,
había una supervivencia de los ritos paganos (convivían fiestas paganas
y cristianas, compartían la astrología como práctica común, acudían ambos al
circo y al teatro, etc.). Los diversos actores sociales, tanto paganos como
cristianos, a través de estrategias y tácticas de acomodación tendían a lograr
una convivencia pacifica. Era un espacio donde convivían las elites romanas
paganas, el emperador con su burocracia y el culto imperial y la Iglesia cristiana con su
progresiva organización jerárquica.
Fuente: ZURUTUZA, Hugo, "Emperadores, burócratas, magos y astrólogos", P.175-233
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